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LA VILLA DE
PORCUNA EN LA EDAD MODERNA
Por
Antonio Recuerda Burgos (Cronista oficial de la ciudad)
(Publicado
en el Programa de Feria Real 2003)
(Charla-coloquio que tuvo lugar el 7 de marzo de 2003, dentro del ciclo
"Conoce tu Historia")
El periodo que
vamos a estudiar comprende aproximadamente unos trescientos años, para
ceñirnos a unas fechas que nos hagan más asequible su datación
histórica lo situaremos entre los años que van desde el Descubrimiento
de América y toma de Granada en 1492 hasta la Guerra de la
Independencia contra los franceses en 1808.
Este periodo que en un principio puede parecernos lejano y desconocido,
y así nos parecía a los que teníamos alguna preocupación por la
historia local, sin lugar a dudas puede llegar a ser el mejor conocido
de toda la historia de nuestra localidad y comienza a mostrarsenos como
un pasado luminoso con grande contrastes, por una parte se inicia con
grandes realizaciones, que se van empañando por los avatares
históricos de la monarquía española, hasta llegar a periodos de
enorme decaimiento y postración, para acabar con un resurgimiento,
nuevamente menguado por la invasión francesa.
Digo que puede ser el mejor conocido porque es del que mayor
documentación se conserva, ya que de períodos más cercanos carecemos
de ella por haberse perdido y aún en muchos casos por haberse destruido
conscientemente. El grueso de esta documentación se encuentra en el
Archivo Histórico Nacional de Madrid donde tengo localizados cerca de
450 legajos pertenecientes a Porcuna y algunos de éstos sobrepasan los
mil folios, aunque de ellos solamente conozco el contenido de unos cien.
Basándome en ellos voy a trazar una apretada síntesis de estos
trescientos años, que como he dicho presentan épocas de gran esplendor
junto a otras de gran decadencia.
Tras la reconquista cristiana alrededor del año 1240, y hasta al toma
de Granada, Porcuna fue un importante centro político y militar, su
pertenencia a la Orden de Calatrava hacía que sus maestres la tuvieran
como base de operaciones contra los musulmanes, en su fortaleza se
concentraban hombres y pertrechos para la guerra. Pero todo esto lo
veremos el día que tratemos de la Edad Media, ahora lo que quiero hacer
constar es que al acabar con el reino de Granada desaparece todo el
aparto militar existente en la localidad y se inicia una época de paz y
prosperidad, que supondrá grandes realizaciones para Porcuna. Por otra
parte el poder de las Órdenes Militares pasó a depender del Rey con lo
que la villa tuvo a partir de entonces casi la condición de realengo,
estado mucho más ventajoso que la pertenencia a un señorío.
En
esta época la villa de Porcuna tenía una población de unos 1.200
vecinos o cabezas de familia, que se traducen en unos 4.500 habitantes,
su economía se basaba en la agricultura, especialmente en el cereal.
Las tierras eran propiedad de la Orden de Calatrava que las tenía
cedidas a los habitantes en el denominado censo enfitéutico o perpetuo
y se transmitían de padres a hijos, abonándose un pequeño canon o
arrendamiento. Esta tenencia de la tierra mantenía nuestro término
libre de grande latifundios, la población guardaba una cierta igualdad
económica, aunque en esta época la diferenciación social no radicaba
precisamente en la riqueza. Los hombres estaban divididos según su
origen y nacimiento en los denominado estamentos, formados por los
privilegiados, que eran los nobles y el clero, y los no privilegiados o
pueblo llano. Dentro de estos estados podían darse diferencias de
riqueza, pero los privilegios no se basaban en ella, dentro de los
privilegiados, de hecho, se daban grandes diferencias. En Porcuna por la
condición que hemos dicho no existieron títulos de nobleza, condes,
duques o marqueses, este estado estaba representado por los hidalgos y
entre ellos había unos con fortuna y otros pobres de solemnidad, ahora
sí con el orgullo que les daba la hidalguía, que les eximía de las
cargas y tributos que soportaba el pueblo llano, con el privilegio de
tener tribunales y cárceles especiales para ellos. En nuestra localidad
como en el resto de los municipios castellanos existían para la
administración de justicia dos alcaldes, el de los hijosdalgo y el del
pueblo llano, y otros muchos privilegios, por ejemplo hasta en la
iglesia estaban diferenciados los lugares que correspondían a cada
estado. Igual ocurría con los miembros del clero que formaban el otro
grupo de privilegiados, se daban los clérigos con gran fortuna y los
pobres de solemnidad. El peso fiscal, las cargas y tributos los
soportaba el pueblo llano, tuviese fortuna o no, aunque verdaderamente
el mayor peso lo llevaban los más desfavorecidos, porque como por una
parte la mayoría de los impuestos eran indirectos y cargaban los
productos de consumo, como después veremos, en una sociedad que
prácticamente se autoabastecía, los que tenían medios producían, al
menos, sus propios alimentos y los que más contribuían eran aquellos
que tenían que adquirirlos.
Después de estas premisas pasemos ya a ver como se desarrollaba la vida
en nuestra localidad, la cual conocemos por las visitas que
periódicamente realizaba la Orden de Calatrava a todas la instituciones
de ella. En estas visitas, se llevaban a cabo por dos personas de la
Orden, una un freile clérigo y otra un freile caballero, que tomaban
las cuentas de todos los organismos ya fueran eclesiásticos o civiles,
realizaban un detallado inventario de los bienes y daban unos
mandamientos u órdenes con lo que había que realizar, ensalzando lo
bien hecho y penalizando las infracciones.
En primer lugar se visitaba el concejo o ayuntamiento que estaba formado
por los ya dichos dos alcaldes ordinarios, el de hijosdalgo y el de los
hombre buenos o pueblo llano, cuya función era administrar justicia,
con la facultad de poder dictar toda clase de penas. En los documentos
se especifica la facultad medieval de tener "horca, picota,
cuchillo, cárcel y cepo", lo cual indica que tenían poder para
sentenciar desde la exposición en la picota, para que los que lo
ignoren consistía en ser expuestos los reos a la vergüenza pública
amarrados al rollo o picota, que era algo así como lo que ahora
conocemos como cruces en distintos lugares de la población, el tener
cepo significaba que podían infingir tormento a los reos para que
confesasen sus delitos y el disponer de horca y cuchillo el que podían
sentenciar a pena de muerte, aún se conserva en nuestra localidad y muy
cercano al núcleo urbano el topónimo "Cerro de la Horca"en
el que en época medieval se situaba tal suplicio. Otras penas eran el
destierro, la cárcel o galeras (condena consistente en mandar a los
condenados como remeros a los barcos de la flota real).
Los otros oficios municipales eran los regidores (del estado noble y del
estado llano) equivalentes a los actuales concejales, los alcaldes de la
Santa Hermandad, los caballeros de la sierra y los conocidos como padre
de menores, fieles medidores, fiel almotacén, mayordomo del concejo,
etc. que ya iremos viendo más adelante.
El nombramiento de tales cargos se hacía anualmente el día de San
Miguel de septiembre y ese mismo día entraban en posesión de sus
cargos. La elección se realizaba de un modo muy sencillo, se utilizaban
dos cántaros en uno se introducían las papeletas con el nombre de
todos los candidatos del estado noble y en otro los del estado llano y
se llamaba a un muchacho de menos de siete años, que iba sacando
papeletas, la primera correspondía al alcalde de cada estado, las
siguientes a los alcaldes de la Santa Hermandad, después a los
regidores, los caballeros de la sierra, etc.
Estos
oficios se encargaban de la administración de la vida del municipio y
de dictar las ordenanzas y disposiciones conducentes al bien común,
aunque cuando el asunto a tratar era de importancia vital para el pueblo
se celebraban los denominados cabildo abiertos, de los que debieran
tomar ejemplo las autoridades actuales, veamos en que consistían, tras
los pregones de convocatoria a viva voz del pregonero en los sitios
acostumbrados, que eran la plaza pública, la cruz del llanete de la
Vera Cruz, llanete de San Juan, la Cruz Dorada, llanete de San Lorenzo,
Cruz de la calle Gitanos y Santa Ana, y llegado el día señalado se
tañía la campana del concejo para que todos los vecinos (cabezas de
familia) acudiesen a la iglesia mayor, y allí se exponía el tema en
cuestión, se discutía y se procedía a la votación por todos los
asistentes. Se conservan las actas de varios de ellos como los
celebrados en 1611 para aprobar la venida de los franciscanos a fundar
el convento, o el de 1657 para crear la figura del alcalde mayor de
nombramiento real, que estuviese por encima de los acaldes ordinarios y
evitase los excesos que algunas veces cometían éstos.
En 1657 se tomaron medidas para evitar los abusos que venían realizando
un grupo de poderosos pertenecientes al estado noble, como consecuencia
de factores que después veremos se habían producido grandes cambios en
la propiedad de la tierra, los nuevos ricos buscaron por todos los
medios, soborno y corrupción, conseguir la hidalguía para librase de
las imposiciones tributarias. En los documentos se dice que antes en el
pueblo con 1.330 vecinos había solamente ocho familias de hijosdalgo
con 16 personas y que en esta fecha (con 1073 vecinos) llegaban ya a 60
familias, las cuales no pagaban impuestos y dominaban a todas las
demás, hasta tal punto que llegaron a eliminar al alcalde del estado
llano y en su lugar los dos alcaldes eran del noble, se dice además que
los que protestaron se habían visto obligados a irse a vivir fuera o
que los habían arruinado.
Entre los abusos se citan haber cometido tropelías, abusar de los
pobres, amancebamientos obligados, haber apaleado en la calle a mujeres
casadas, meter sus ganados en los sembrados de los opositores para
comerselos, asaltar corrales, nombrar a los oficiales que querían,
llevar veinte años sin dar las cuentas del Ayuntamiento y por último
meter fuego a una casa donde se encontraban doce vecinos exponiendo lo
ocurrido a un abogado.
A consecuencia de todo esto, por orden real, se convocó un concejo
abierto en el que el estado noble alegaba que le concejo no tenía
bienes para pagar a un alcalde mayor, mientras que clérigos y estado
llano exponían que al ser el alcalde mayor nombrado por el Rey y sin
relación con el pueblo se acabarían las injusticias. En el cabido
abierto se llegó varias veces a las manos y hubo que suspenderlo hasta
el día siguiente, aquella noche los privilegiados acudieron con las
espadas desenvainadas a las casas de los opositores en actitud
amenazante. Al fin con la presencia de las autoridades del partido se
aprobó el que Porcuna tuviese un alcalde mayor y el Rey despachó una
provisión para que se procediese a la averiguación de todo lo
ocurrido, pero antes como medida preventiva ordenó que todos los
sospechosos fueran puestos en la cárcel y que se hicieran más
cárceles si necesarias fueran. Los expedientes del proceso llevado a
cabo existen, son varios miles de folios, por tanto no los he visto
detenidamente, pero se desprende que se impusieron severas penas.
Desde este año Porcuna tenía su alcalde mayor, que era nombrado por el
Rey y al acabar su mandato era sometido al denominado juicio de
residencia, en el que los vecinos exponían las quejas por las
irregularidades que pudieran haberse producido, también existen una
gran cantidad de expedientes de estos juicios de residencia, en espera
de que puedan ser estudiados. Los alcaldes ordinarios, regidores y
demás oficios, también habían estado y todavía estaban sometidos a
la inspección de los visitadores y de hecho estos imponían también
severas penas por el incumplimiento o abuso en las obligaciones
concejiles, lo que ocurre es que las visitas se celebraban algunas veces
muy de tarde en tarde, por ejemplo el siglo XVII en que ocurrieron los
hechos que relacionamos, se celebró visita en 1611 y en 1625 pero la
siguiente no tuvo lugar hasta 1651 y en este largo periodo de tiempo sin
control ocurrieron los hechos citados. Siempre los visitadores dejaban
sus mandamientos con lo que había que hacer y cumplir y el escribano
del concejo tenía la obligación de leerles a todos los oficiales al
tomar posesión las Ordenanzas de la Villa y los mandatos de los
visitadores bajo pena de 2.000 mrs. Precisamente como en esta toma de
posesión se hacían gastos en comida y bebida a cuenta del concejo, son
varias las ocasiones en que los visitadores los consideran excesivos y
además de multar a los oficiales, alcaldes y regidores que las
permitieron, les hacen devolver lo gastado. Hay casos en que se reclama
ante los visitadores que los alcaldes habían quitado las multas de los
ganados que habían entrado en propiedades por ser los dueños personas
de peso o tener amistades y los visitadores al comprobarlo hacen pagar
de su propio bolsillo la multa a los oficiales que las quitaron además
de imponerles multa de 2.000 mrs. Cada vez que ordenan una obra, tanto
en pilares, pozos, albercón, caminos, puentes, murallas, etc. dan un
plazo para realizarla y se deja escrito que en caso de pasado el tiempo
y no haberse realizado serán multados con una cantidad y pagarán
además la obra de sus propios bienes con el agravante de los perjuicios
que puedan haberse ocasionado por no hacerla y de hecho son muchos los
casos en que esto ocurre y han de pagar los que no cumplieron la orden y
cuando ha pasado mucho tiempo sin visita y estas personas han muerto han
de pagarlo sus herederos. Con lo cual vemos que había un estricto
control por parte de la Orden de Calatrava, aunque el excesivo
distanciamiento de las visitas podía dar lugar a abusos, pero después
eran inflexibles en el juicio y cumplimiento.
Había en este tiempo una estrecha relación y mutua intervención entre
Iglesia y Estado, de tal forma que los bienes de la parroquia no eran
administrados por el rector o párroco de la iglesia sino que el concejo
nombraba anualmente un mayordomo, que era el que administrada los bienes
de la parroquia dando cuenta al concejo y a los visitadores. Es más,
existen gran cantidad de mandamientos en los que el poder civil ha de
ponerse en manos del eclesiástico para cumplir ciertas normativas que
después veremos.
Como comprenderéis de todo esto se podría estar hablando horas y horas
pero esto de hoy no es más que una pequeña toma de contacto para que
si como está proyectado estas jornadas se continúan indefinidamente
podamos ya ir tratando cada apartado monográficamente.
Veamos
ahora algo sobre la iglesia en esta época, existió siempre una iglesia
parroquial en el mismo sitio que la actual que llevó constantemente el
nombre de Santa María la Mayor, haciendo referencia a que era la
principal entre todas las existentes, su advocación estuvo al igual que
ahora, a la Asunción de Nuestra Señora, y no a la Coronada como por
desconocimiento se ha mantenido. Después de la Reconquista, en época
medieval, se establecieron una serie de lugares de culto, algunos de
ellos, seguramente, reutilizando las mezquitas existentes, aunque en
alguna de estas mezquitas siguiera practicándose el culto islámico,
pues al parecer quedó en la villa una importante aljama. Al iniciarse
el periodo que estudiamos existían en Porcuna las siguientes iglesias y
ermitas, Santa María la Mayor, las de los prioratos calatravos de San
Benito y Santa María de la Coronada, esta última se arruinó hacia
1530 y aunque tenemos los planos para su reconstrucción, realizados por
Juan de Baeza y Juan de Cheratón no llegó a realzarse, sin que sepamos
la causa, aunque el Rey, al que pertenecía su reedificación, libró
cierto dinero para su reconstrucción. Existía en el interior de la
fortaleza o castillo, casi adosada a la Torre Nueva la iglesia de Santa
Catalina y dentro de las murallas de la villa la iglesia de Santiago,
después de San Francisco, fuera de estas murallas estaban, en el
extrarradio, la de San Sebastián, San Cristóbal, Santa Ana, y San
Marcos y en el campo las de San Pantaleón, San Pedro de la Hinojosa y
la de Santa María de la Encarnación en Alharilla. En los primeros
años del siglo XVI la cofradía de la Vera Cruz construyó su ermita en
la Carrera y la de Alharilla su hospital y capilla en la calle Real, a
partir de mediados de este siglo y hasta su final una serie de personas
llevadas de su devoción construyen y dotan a sus expensas la de San
Juan Bautista por Benito Ruiz Cantarero y su mujer Elvira Díaz, la del
Niño Jesús por Luis Pérez Hurtado y Lucía Gutiérrez de Padilla, la
de San Lorenzo por el licenciado Cerrillo e Isabel Serrano. Al
fundarse el convento de las dominicas, a la muerte de dona Marina de
Aguilera, se construye también su iglesia, que contó con un donativo
de 2.000 ducados del rey Felipe II, el cual expresa, en la provisión
real que otorgó en 1582, que unos diez años antes estando en Porcuna
prometió ayuda a la religiosas y que ahora lo materializaba. Los
franciscanos al establecerse en 1612 amplían la iglesia de Santiago con
las casas cedidas por el doctor Gallo y los hospitalarios de San Juan de
Dios se establecen en la de la Vera Cruz, que en 1771 derriban
construyendo un magnífico edificio. También en el siglo XVI comenzaron
a construirse la de San Ildefonso y la de la Soledad, esta última junto
a la Silera, pero no sabemos los motivos por los que no llegaron a
terminarse.
Pero centrándonos en al iglesia parroquial desaparecida por el
hundimiento ocurrido en 7 de enero de 1872, digamos que tenía unas
dimensiones muy cercanas a las de la actual, de traza y cantería
gótica, para hacernos una idea podía ser como la de Lopera, pero mucho
más grande, según las dimensiones que tenemos, o como la de San
Ildefonso de Jaén. En un principio tuvo tres naves, pero poco a poco
fue aumentando con la construcción de capilla sepulcrales familiares
privadas, esta edificación se llevaba a cabo rompiendo la pared entre
dos pilares y colocando la capilla fuera de la iglesia, tal como hoy
están las de la Santa Cena y la Sagrada Familia. Conservamos la
descripción pormenorizada de la iglesia con sus dimensiones, adornos e
inventarios y titularidad de las capillas. He dicho capillas sepulcrales
porque en esta época las inhumaciones se llevaban a cabo en las
iglesias o en los cementerios anejos a ella, sabemos que toda el suelo
de la iglesia estaba hoyado por sepulturas y que junto a la sacristía
actual se abría la puerta del cementerio.
En
1535 se lleva a cabo por Sancho de Reolid y Juan del Cerro bajo diseño
de Jacopo Florentín un magnífico retablo renacentista que por la
descripción de su contrato debió de ser una obra impresionante, como
esos que nos dejan entusiasmados y boquiabiertos en las catedrales e
iglesias castellanas. Sólo diré que llegaba hasta el techo en cinco
calles con cuatro pisos más su coronamiento, las cinco calles de los
dos pisos superiores estaban divididas y limitadas por seis columnas,
pero estas columnas en las dos inferiores eran sustituidas por los doce
apóstoles, en las calles central y laterales estaban talladas escenas
de la vida de la Virgen, siendo la central y principal la Asunción, las
dos calles intermedias estaban ocupadas por los santos de especial
devoción en la Orden: San Benito, San Bernardo, San Esteban, San Roque,
San Juan Bautista, San Jerónimo, San Francisco y Santo Domingo. Todo
coronado por un gran calvario sobre el que se desponía un medallón con
la figura de Dios Padre, escudos reales y de Calatrava, y remates de
candeleros, leones y ángeles.
Esta iglesia tuvo siempre graves problemas de mantenimiento, hacia 1590
la torre del campanario se hundió en parte y se despegó del resto del
edificio hacia las actuales escalerillas, arrastrando a las paredes
colindantes y amenazando ruina, hubo que derribarla y volverla a hacer,
lo que realizó el célebre arquitecto Benito del Castillo. Al socavar
para comprobar las causas del hundimiento se pudo comprobar la
existencia bajo los cimientos de varios silos ibérico romanos, que hubo
que macizar con cal y canto para darle consistencia. Ésta fue también
la causa de su posterior ruina en 1872, pues el arquitecto Justino
Flores dice que los hundimientos de los pilares fueron debidos a las
oquedades que existían bajo ellos.
Como nota rápida voy a enumerar las capillas que había en la iglesia:
principal o altar mayor, Purificación, Talaverano, Valdivia (en la cual
se conservaban los trofeos, estandartes del reino de Granada que
miembros de esta familia tomaron en Alhama y estandarte real de Castilla
que enarbolaron por primera vez en la torre de esa localidad), Hurtado,
Rincón, Acuña, Aguilera, puerta de los Álamos, del bautismo, otra
capilla vieja del bautismo, puerta de los Ángeles, torre, puerta de las
Guijas, de las Ánimas, puerta de los Novios, de los Cantarero, de los
Godínez, de los Cuenca, de los Padura, de los Ortega, de otros Aguilera
y de San Pedro, con bóveda para enterramiento de los clérigos. De esta
de los clérigos quiero contar una anécdota, el duque de la Torre, dos
veces regente del Reino, la primera tras el derrocamiento de Isabel II,
se vio obligado a huir Portugal al proclamarse la primera república,
entonces llegó a Porcuna procedente de Arjona y sus amigos porcunenses
lo escondieron en la cripta de esta capilla, hasta que pasados unos
días salió disfrazado de cura camino de Portugal.
Ya hemos puesto de manifiesto la gran de pendencia existente entre los
poderes eclesiástico y civil. La Iglesia se apoya en el poder civil
para ejercer su enorme influencia sobre una sociedad fuertemente
sacralizada controlando la moralidad, esto era tal que existen
incontables mandamientos de los visitadores para que la justicia civil
persiga el incumplimiento de los preceptos eclesiásticos, hasta tal
punto que los visitadores expresan que "más vale que sean buenos
por la fuerza que malos por su voluntad". Entre estos mandamientos
destacan que se multe y pongan presos por todo el día a los que
después del último toque de la misa mayor se quedan en la plaza para
esperar a entrar cuando tocan a alzar y así mismo a los carniceros que
el domingo no cierran los puestos al tocar a misa. También todas
aquellas parejas que estando desposados, pero no velados, vivan juntos
tendrán la pena de cárcel hasta que se velen, o la obligación de
todos los vecinos de confesar una vez al año, pues pasada la Pascual se
debe confeccionar la memoria de los que no se han confesado y remitirla
a la justicia para que los multe con dos reales y los ponga en la
cárcel hasta que se confiesen, ahora bien para poder confesar o casarse
antes, excepto los mayores de cincuenta años, han de ser examinados y
tienen que demostrar saber las oraciones de la Iglesia que son Páter
Noster, Ave María, Credo y Salve más los mandamientos de la Ley de
Dios, los de la Iglesia y los Artículos de la Fe. Así mismo será
multado el médico que al visitar por segunda vez al enfermo no le
obliga a que llame al sacerdote para confesarse y al escribano para
testar, o los que se opongan a que el testamento lo realice el testador
ante el escribano sin presencia de familiares, para que estos no puedan
influir y hacer que deje menos cantidad de bienes para misas y
sufragios. En fin hay una regulación estricta de la vida de los vecinos
por parte de la religión que impregna todas las actividades de la vida.
Dentro de la Iglesia existían diversas cofradías, que van aumentando
en estos años, y cumplen funciones necesarias en la época, pues
además de fomentar el culto al titular se encargan de fines
asistenciales para sus cofrades como es el ayudar a los más necesitados
o costear el entierro de cofrades y familiares y en dos casos,
cofradías de la Coronada y Alharilla, el mantenimiento de hospitales.
En esta época, fuertemente dominada por el varón, toda mujer que
acudía al matrimonio o ingresaba en religión era imprescindible que
llevara una dote, la iglesia fomentó la creación de obras pías
encaminadas a aportar estas dotes. Las obras pías eran instituciones
fundadas por la piedad de los fieles encaminadas a los más diversos
fines, como creación de pósitos, culto al Santísimo Sacramento, (de
estas había dos en Porcuna la de Antonio de Salas con 105 fanegas de
tierra y la de María Bueso con 66), para dar clase a los que carecían
de bienes y querían ser sacerdotes como la denominada "Clase de
Gramática, fundada por Cristóbal Carmona, y para dar la dote a las
doncellas, al casar o entrar en religión, de estas obras pías había
en Porcuna seis, creadas por Luis de Valdivia, García Alonso de León,
Luis Gutiérrez Bueso, Juan de Peralta Zarza, Luis Pérez Hurtado y
Sebastián de Bonilla.
Porcuna
como ha quedado expresado era un pueblo que vivía exclusivamente de la
agricultura, especialmente del cereal, aunque en esta época por las
dificultades en las comunicaciones y medios de transporte debía casi
autoabastecerse, por tanto también se cultivaba el olivo, (que estaba
muy protegido hasta tal punto que en una ocasión, 1613, los visitadores
fijan la pena para el que arranque un olivo en 200 mrs y la obligación
de volver a plantarlo), la vid, huertas, legumbres etc. Este
autoabastecimiento podía dar lugar, en años de mala cosecha de cereal,
a grandes hambrunas y a las enfermedades consiguientes por la debilidad
tras la mala alimentación, por tanto era fundamental y vital el control
y fomento de la producción cerealística, con este fin nacieron los
pósitos. En Porcuna se fundan tres pósitos, el pósito es una
institución fundamental en un pueblo agrícola cerealista como lo es el
nuestro, la existencia o no de un pósito podía hacer que cientos de
personas evitaran la muerte en épocas de escasez y malas cosechas, pues
no olvidemos que el trigo era la base de la alimentación humana. El
pósito cumplía dos funciones, la primera prestar trigo a los
agricultores para que pudieran sembrarlo, la segunda era la de regular
el comercio evitando la especulación en época escasez, el precio del
trigo podía en años de carestía multiplicarse por cien y conducir a
la muerte a los menesterosos, también en caso extremos el trigo del
pósito era panadeado y entregado gratuitamente a los necesitados. Los
tres fueron obra de personas que movidos por un fin altruista quisieron
hacer favor y bien a sus convecinos, el primero de ellos fue fundado con
mil fanegas de trigo por don Gutierre de Padilla comendador mayor de la
Orden en 1494, el segundo en 1560 por don Pedro Ruiz de la Laguna y su
esposa doña María de Ovalle naturales de Porcuna y vecinos de Granada
con 500 fanegas de trigo, el tercero por don Luis Pérez Hurtado, con
mil fanegas en 1580 y tenía su sede en el convento de dominicas. Este
último don Luis Pérez Hurtado fundó también la ermita del Niño
Jesús en la calle de su nombre y una obra pía para casar doncellas o
entrar en religión.
De estos pósitos sólo pervivió hasta el final del periodo estudiado
el de Luis Pérez Hurtado, pues los otros dos se arruinaron en el año
1600 cuando pasaron por la localidad los tercios de don Francisco de
Padilla y el capitán don Nuño del Águila asaltó los pósitos
llevándose el trigo y el dinero para mantenimiento de los soldados, y
aunque dejó documentos para que se cobrase de la hacienda real, nunca
llegó a hacerse efectiva su cobranza. Al no existir estos pósitos el
de don Luis Pérez Hurtado fue el que socorrió a todos los vecinos
hasta que en 1752 por orden real se creo uno nuevo que tuvo su sede en
el actual ayuntamiento.
Podemos decir que hasta finales del siglo XVI fue una época de
crecimiento, en la que se gozó de buena calidad de vida, a pesar de los
múltiples impuestos que había que soportar, pues los había
eclesiásticos, estatales y municipales, si hacemos un rápido repaso
encontramos que entre los eclesiásticos estaba el diezmo, o sea que
había que abonar a la Iglesia, en nuestro caso al Rey como
administrador perpetuo de la Orden de Calatrava, una de cada diez
fanegas de cereal producidas e igual una arroba por cada diez de aceite
y vino, sin que se libren de pagar el diezmo por los animales u otros
productos como lana, queso, miel, huertas, etc. También se abonaba a la
iglesia local para su mantenimiento las llamadas primicias (consistentes
media fanega si la cosecha llega a cinco), voto a Santiago ( tres
celemines si la cosecha llegaba a 10 f. o seis si había más de una
yunta). Ente los estatales estaban las alcabalas (diez por ciento sobre
las ventas), veintena (el uno por veinte de algunas ventas), sisas
(disminución en peso o medida de los productos), servicios ordinario y
extraordinario (cantidad fija que se repartía entre los vecinos
anualmente la Hacienda Real) , y por último los arbitrios municipales
(algunos sobre ventas eran: medio real por arroba de aceite o lana,
medio real por arroba de vino, ocho mrs por arroba de aceite en la
villa, un real por cada cerdo forastero que pastase en el término de
Porcuna).
Sin embargo como la renta que se pagaba a la Orden de Calatrava por la
tenencia de la tierra era módica, los impuestos eran llevaderos y
durante el siglo XVI como hemos dicho se gozó de cierto desahogo
económico, pero las continuas incursiones europeas llevaron, desde el
reinado de Felipe II a tener que soportar tremendas exacciones
impositivas, que en Porcuna se pusieron de manifiesto al menos, que
sepamos, en tres formas.
La primera comenzó en 1567, hasta entonces los oficios municipales
regidores, (había habido hasta entonces seis), fieles ejecutores, etc
habían sido electivos, en este momento son sacados a pública subasta a
perpetuidad y son comprados por vecinos de la villa, hasta un número de
19, también se venden el oficio de alguacil, el de depositario, dos de
fieles ejecutores y dos de escribanos. Esto llevó consigo la pérdida
de representatividad de los vecinos, su falta de intervención en la
vida local e incontables abusos.
A los diez años la nueva necesidad de dinero hace cometer otra
atrocidad, todas las tierras, que como se ha dicho pertenecían a la
Orden y que los vecinos llevaban desde tiempo inmemorial en censo
enfitéutico, son puestas a la venta. Los documentos nos dicen que fue
vendida una cierta cantidad al contado, a aquellos que pudieron
pagarlas, y quedaron sin vender 28.882 fanegas las cuales fueron
vendidas conjuntamente por medio de censo hipotecario a 610 vecinos, que
por fuerza tuvieron que hacerse cargo de ellas, con ciertas
obligaciones, pagando cada año una determinada cantidad, el Rey pasó
estos censos o hipotecas a los Condes Fúcares los cuales a su vez los
vendieron a otras personas. Los nuevos propietarios, además de pagar la
amortización e intereses, seguían obligados a abonar también todos
los demás impuestos ya citados, por lo que muchos de ellos no pudieron
hacer frente a los pagos y muchas de las tierras fueron vueltas a
vender, con lo que comenzó una profunda decadencia, agravada además
por las malas cosechas, levas para los ejércitos, hambrunas y epidemias
que jalonaron todo el siglo XVII. Como se ha especificado las tierras se
vendieron a 610 vecinos a censo, más las que se vendieron al contado,
por lo que el número de propietarios superaría en muchos a los 610
indicados, pues bien en 1752 cuando se realiza el Catastro de Ensenada
el número de propietarios a título personal se ha reducido a 381 (246
vecinos y 135 forasteros y de los vecinos solamente 77 poseen más de 10
fanegas). El panorama es desolador la pobreza se ha extendido, la tierra
se ha concentrado en pocas manos, casi todas forasteras.
Otros diez años y otra desgracia, Porcuna como hemos dicho que tenía
plena jurisdicción, esta jurisdicción le es quitada, como a todos los
pueblos de la Orden, para pasarla a la cabeza de partido, a menos que
los vecinos la quieran recuperar, para lo cual han de pagar una elevada
cantidad que hay que repartir entre todos los vecinos, a razón de 4.500
mrs (El censo para esta venta recoge 1.169 vecinos a los que después en
un nuevo recuento se agregaron 15 más, teniendo en cuenta que clérigos
y viudas se contabilizaron como medio vecino).
Dado que con la venta de los oficios los vecinos habían quedado sin
representación y bajo la dependencia total de los regidores perpetuos
se solicitó repetidamente al Rey el que se pudieran nombrar anualmente
cuatro regidores electos, dos por el estado noble y dos por el llano,
con lo cual la Real Hacienda vio otra posibilidad de sacar dinero,
concediéndolo con tal de que el pueblo pagase a los perpetuos lo que
habían pagado por ellos, más 12.000 ducados para las arcas reales.
Para hacer frente a todos estos pagos las dehesas y baldíos, que eran
muchos, tuvieron que arrendarse y roturarse, con lo cual dejaron de ser
explotados conjuntamente por todos los vecinos, especialmente para
sustento de la ganadería y ganados de labor, el concejo se empeñó y
dejó de percibir las rentas que ello le reportaba, de tal forma que se
vio imposibilitado de hacer frente a sus obligaciones y los bienes de
propios del municipio fueron concursados, es decir embargados y
administrados, por la Real Chancillería de Granada.
Tras
la llegada de los Borbones en del siglo XVIII se inicia una
recuperación económica, que se traduce en una mejor calidad de vida,
se realizan obras públicas, como la construcción de un puente sobre el
Salado en el camino de Córdoba, el nuevo pósito hoy ayuntamiento,
reforma de la iglesia de San Sebastián con su nuevo retablo y la joya
barroca de su camarín, nueva iglesia de San Juan de Dios, obras en la
parroquia y numerosas viviendas particulares, de las cuales se conservan
algunas.
De este siglo se conserva una gran cantidad de documentación entre ella
"El Catastro de Ensenada", el estudio de toda ella y del
desenvolvimiento de la vida local en el siglo XVIII necesita de toda
otra sesión como la de hoy, por lo que debemos dejarlo para una
próxima ocasión.
Baste decir que este relativo desarrollo se vio frenado a raíz de la
revolución francesa, y guerra de la independencia que ya se tratarán
en el lugar que le corresponde como es la Edad Contemporánea.
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