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EL DOLOR DE UNA MADRE
Fueron sus ojos verdes que miraban sin cesar esas grietas oscuras en sus manos al cerrar
Su pelo ondeaba al viento como enamorados al amar sus mejillas brillaban sin miedo increpando el aire al azar
Sus brazos se entrelazaban como el pasado en su costal pensando cómo había sido toda su vida hasta el final
La guerra cayó de frente en su infancia sin pensar y en un parpadeo gris su padre murió con los demás
Su madre con fiel semblante la observaba sin parar con un vientre repleto de alegría en un momento crucial
Al poco nació su hermana a quien amaba sin igual pero ese humo gris de nuevo se la llevó y no volvió jamás
¡Ay vida, qué hiciste conmigo! ¡Ay vida, cómo trataste a mi mamá! que dio su vida para cuidarme aunque ella no comiera ni un trozo de pan
¡Ay vida que regalas, un respiro sin cesar! le diste fuerzas al mundo para ese humo gris apagar
Su madre levantó con sus manos una casa sin parar de pelear con sus manos frías y rotas de tanto sufrir y aguantar
Un trabajo buscó con dedicación pero la mujer no merecía ni un trabajo, ni un amor la labor de una mujer era limpiar sin fervor
¡Ay vida que duros momentos! ¡Ay vida de tanto luchar! Hasta que encontró un pequeño trabajo sin descanso ni final
Ella vivía con coraje para mi vida mejorar ella me enseñó todo lo que sabía desde sumar a restar
Un día al terminar de trabajar su sudor se volvió frío no quedaba medicina para curar sus ojos se cerraron para siempre descansar
¡Ay vida por qué no le diste! La oportunidad de vivir, porque amiga, no me niegues que esa vida de dolor no era vivir
Cuántas madres han sido que se han quedado en el camino que han cuidado de nosotros que han vivido entre olivos
Cuántas figuras ocultas entre ingenios de verdad que por ser mujer se han quedado siempre ocultas sin piedad.
¡Ay vida que me salvas! ¡Ay vida nunca más! Dame aquello que atesoro y no te pediré nada más
¡Ay vida ya soy anciana! ¡Ay vida olvídame ya! Pero antes déjame abrazar a mi madre para toda la eternidad.
Autor: Carlos López de la Hoz |
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