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MI PEQUEÑO HOMENAJE Son tantas cosas las que quisiera decir que no se como empezar. Yo soy partidaria de luchar por los derechos de la mujer y el que jamás se menosprecie y discrimine a la mujer. Pero dentro de lo mas profundo de mí, pienso que tanto como se intenta valorar a la mujer, nunca nos hemos parado a pensar en darle un pequeño homenaje, aunque solo sea a través de un papel, a esas mujeres mayores, a las que están y a las que por desgracia ya no están con nosotras, pero sí en el recuerdo de muchas de las aquí presentes. Yo desde este simple papel, pero con todo el sentimiento que se puede sentir quisiera darles todo lo que se han merecido y merecen, a esas dos generaciones de mujeres que yo he vivido, una más que otra, como es la de mi abuela y madre, como las de muchas de las aquí presentes. Empiezo por la generación de mi abuela. Esas mujeres luchadoras y víctimas de su propio sacrificio y de su trabajo, intentando sobrevivir a una posguerra de dificultades, hambre y miseria. mujeres que se levantaban al amanecer y se iban a trabajar, pero no a un trabajo sencillo. No, iban a segar, a espigar, al algodón, a la aceituna, a arrancar matalauva, arar si hacia falta, en concreto a cualquier trabajo como el de un hombre. Cuantas como Antonia, María, Estrella, Juana, etc. etc., a veces se jugaban la vida recorriendo esos caminos, en el estraperlo, llegando a los pueblos, andando cargadas de alimentos para cambiarlos luego por otros, y después de haber estado todo el día y volver al anochecer para que no las pillaran. Lo veían todo perdido porque se lo quitaban y volvían a casa sin nada. Ahora empezaba con otro trabajo el de la casa, una casa donde no había luz, sólo un candil que alumbraba la penumbra de la noche. Tampoco había cocina de gas para hacer la comida, simplemente un fuego donde se cocía el puchero que luego se ponía en la mesa en una sola fuente, donde todos comían pero abrigados por el calor de un buen brasero de ascuas y todos unidos. Tampoco había un grifo para disponer de agua siempre que lo necesitaras, tenían que hacer largas colas en las fuentes y en los pozos con los cantaros para tener un poco de agua en las casas. En fin es contar y no acabar... Y después de tanta lucha , nunca tuvieron una recompensa en su vejez, porque nadie les reconoció la labor de trabajadoras y poder tener una "paguita", y nunca disfrutaron un poco de las cosas bonitas de la vida. Ahora me dirijo a la generación de mi madre. Mujeres igual de trabajadoras y luchadoras. que también tuvieron en aquellos años que luchar para sobrevivir a la pobreza. Mujeres que también han trabajado en el campo, que servían en las casa de los "señores", por un poco de comida, mujeres que iban a la aceituna al amanecer y volvían de noche andando, que cuando venían tenían que ponerse a lavar en las pilas a mano con agua bastante fría, a planchar con planchas que las calentaban en el fuego, a repasar la ropa, hacer la comida en el chisco, donde había un hornillo de tiza y ponían la olla en lo alto para cocerla, porque aún no se tenía dinero para la cocina de gas. Son muchas las fatigas que han pasado para sacar a la familia adelante, para hacer de la peseta un duro. Y hoy nos quejamos, vamos al campo en coche, tenemos lavadora, secadora, horno, vitrocerámica, microondas, nevera, vaporeta, etc., y encima decimos que no podemos con tanto trabajo, que estamos estresadas. Miremos para atrás y valoremos lo que tenemos. Pero sigo con nuestras madres, ellas ha tenido un poco más de suerte que nuestras abuelas, porque están pudiendo disfrutar "algunas", de lo mucho que es capaz de darles la vida de ahora, una seguridad social, un médico, unas medicinas, una comodidad en el hogar, una paga, unos viajes del INSERSO y un montón de cosas. Pero ante todo la alegría de ver que sus hijos no están pasando la miseria y el hambre como ellas. Bueno diría muchas cosas sobre estas dos generaciones,
pero, se me juntan las palabras de tanto como quiero valorarlas, que no sé
seguir. Simplemente reconocerles ese gran merito que ha tenido y tienen. Y
decirles desde este humilde papel, pero con todo el amor del mundo, ¡Gracias!.
Gracias a vosotras estamos aquí y somos lo que somos. Por eso, este gran beso
para las de arriba y otro para las aquí presentes. Para vosotras este es mi
pequeño homenaje. Autora: Manoli Salas Toribio. |
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