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UNA ESPINA CLAVADA EN EL CORAZÓN
Era muy joven cuando me enamore de un hombre que yo creía que me quería, yo vivía solo para él, y la inexperiencia me llevo a quedarme embarazada, cuando se lo dije no quiso saber nada de mí, es mas incluso me dijo que no lo tuviera por que el no quería saber nada. Pero yo aunque era joven no quería peder lo que llevaba dentro de mí, era lo único que tenía, ya que no tenía a nadie en la vida ni siquiera tenía a mis padres para contárselo. Me fui de aquel pueblo quería empezar una vida en otro lugar, creía que iba a tener mas suerte, pero ni imaginaba lo que me esperaba y lo que llegaría hacer. Empecé a trabajar en todo lo que me salía para poder juntar dinero .Vivía de alquiler, pues no tenia dinero para comprarme un piso, todo mi afán era juntar dinero para que a mi hijo no le faltara de nada, pero la vida estaba muy cara y le dinero no me sobraba al revés siempre me faltaba a final del mes. Llegó la hora del parto y tuve una hija preciosa, fue la mejor alegría que tuve en mi vida, pero me duro poco, solo el pensar como la iba a sacar adelante, ya me costaba trabajo mantenerme yo y ahora que éramos dos era mas difícil, pero me jure a mi misma que haría hasta lo imposible para que no le faltara nada a ella. Cuando salí del hospital busqué trabajo, dando horas pero me era muy difícil, porque no tenia donde dejar a mi niña, un día conocí a una chica que nos hicimos buenas amigas y me dijo que las horas que yo trabajara se podía quedar con ella, lo dude un poco pero no me quedó más remedio y se la dejé. Fueron pasando los meses y cada vez necesitaba mas dinero. Estaba desesperada porque no sabía que hacer, mi vida la dedicaba a mi hija y a trabajar en lo que fuera pero siempre me faltaba dinero estaba todo muy caro. Era tanta mi desesperación que me metí en algo que jamás pensé hacerlo porque nada más pensarlo, incluso aún hoy que han pasado muchos año, siento vergüenza y dolor, pero fue la única salida que encontré en aquel momento para ganar más dinero y salir adelante. Uno de los trabajos que hacía era limpiar un bar, y un día había un cliente que me propuso trabajar para él, yo creía que era para otra cosa, pero era de prostituta. Aunque al principio no acepté pensé que así a mi hija no le faltaría de nada y podía darle una educación en buenos colegios. Cuando empecé a trabajar por las noches de prostituta me sentí la mujer mas despreciable, pero me decía a mi misma "esto será para poco tiempo, yo no puedo seguir con esto para siempre". Cuando terminaba mi turno llegaba a casa y lo primero que hacía era ducharme como si así limpiara mi cuerpo de tanta suciedad, pero miraba a mi hija y decía que por ella valía la pena. Una noche cuando llegué al burdel, había un hombre mayor que yo, que no dejaba de mirarme, pero no me dijo nada, esto se fue sucediendo muchos días hasta que un día se me acercó y me dijo que quería estar conmigo , yo no podía negarme era mi trabajo. Cuando estábamos en la habitación me pidió que no me desnudara, no quiero nada de ti solo hablar, me dijo que no comprendía como una chica como yo estaba en un lugar como ese, yo me eché a llorar y le conté toda mi vida, él me dijo sabía que por gusto no lo hacía, cuando pasó la hora me pagó y se fue, pero sus visitas fueron constantes, venía todas las noches, y siempre el rato lo pasábamos hablando. Un día me dijo que vivía solo, que por qué no me iba a vivir con el yo y mi hija, que no nos faltaría de nada, pero me negué porque creía que al final buscaba lo de todos, estaba equivocada con él y el tiempo me lo demostraría. La verdad es que aprendí a quererlo un poco y esperaba su turno para desahogarme con él. Fue pasando el tiempo y me lo volvió a pedir pero me lo pidió diferente porque me pidió que me casara con él y así saldría de mundo en el que estaba metida. Después de mucho dudarlo pensé que peor que lo que estaba viviendo no sería, aunque sentía la duda de por qué un hombre como él se había fijado en mí y decía quererme aun siendo prostituta, cuando se lo preguntaba me contestaba que entendía porque yo lo hacía y que con el tiempo me daría cuenta de cuanto me quería. Me casé con él y aceptó a mi hija como si fuera suya, de hecho la quiere tanto como yo. Tardé tiempo en darme cuente de cuanto me quería. Pero un día cuando mi hija llego del colegio llorando y empezó a insultarme porque le habían dicho que yo había sido prostituta, él la cogió y le dijo que no me insultara ni llorara que tenía que estar orgullosa de la madre que tenía por haber luchado por ella, aún a costa de mi dignidad, porque él estaba bien orgulloso de mí. En ese preciso momento me di cuenta de cuanto me quería y de que en la vida también hay hombres buenos. A partir de ese momento mi espina fue menos dolorosa, pero aún sigue clavada en mi corazón.
Autora: Manoli Salas Toribio Porcuna, 2010 |
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