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El planeamiento urbanístico como instrumento de
protección del Patrimonio Cultural de Porcuna (Jaén)
Por Arturo del Pino Ruiz
Arqueólogo-Historiador
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Para aquellos que creían que habíamos muerto, sentimos desilusionarles;
para los demás, decirles que nunca nos fuimos y que ahora navegamos por
corrientes de pensamiento nada gélidas. Le pese a quien le pese, tenemos
propuestas y pertenecemos a una corriente de pensamiento. Y es por ello,
que no debemos de esperar, como dice con ironía L.F. Bate (1998; 12)
"la generosa autorización para poder expresarnos".
Nuestra corriente, como decimos, no es otra que el pensamiento crítico
y reflexivo. Un pensamiento que nace a partir de las contradicciones de la
realidad, desde todo aquello que nos hace pensar una sociedad distinta.
Esta sociedad misma señala los temas y las líneas de investigación en
aquello que reprime, en aquello que silencia. Es por ello, que en los
tiempos en los que vivimos debamos de atender precisamente a estos
mecanismos de dominación de la sociedad, para rescatar la verdad de lo que
se oculta. De ahí que debamos ser críticos y reflexivos. Críticos no como
una negación directa de la realidad, sino como renuncia a una aceptación
irreflexiva de la realidad (social) tal y como se nos presenta. La
crítica, según los postulados frankfurtianos, parte siempre de una
sencilla proposición: "otra sociedad es posible". Sólo en la medida
en que es crítico puede el pensamiento ser también reflexivo. Es por ello
que defendemos un pensamiento materialista y práctico, pero no como pura
especulación teórica, sino como una actividad de tipo práctico que
contribuye también al progreso de la sociedad.
Nuestro compromiso, como arqueólogos e historiadores, pero también desde
otras ramas de la ciencia, no lo es con el pasado, ni siquiera con sus
objetos materiales, sino que nuestro compromiso lo es con el presente, con
la realidad que nos ha tocado vivir, una realidad que hay que transformar
si verdaderamente queremos tener un conocimiento científico. Y es que
nuestro objeto (sustantivo) de investigación es la sociedad como totalidad
histórica concreta. Nuestro objeto de investigación, desde una arqueología
e historia social, es conocer los procesos sociales a través de sus
efectos en la transformación material de la naturaleza; inferir las
diversas relaciones sociales en que se integran las actividades humanas, a
partir de los componentes materiales, que por lo general, se encuentran
desvinculados de las mismas; y finalmente, inferir el sistema de
contenidos fundamentales generales de las formaciones socioeconómicas, a
través de sus fórmulas culturales, como condición para la explicación de
los desarrollos históricos concretos (BATE, 1998; 44).
Partiendo de estos principios militantes, pasamos a analizar, aunque de
manera sucinta, la forma del paisaje urbano y su evolución a lo largo de
la historia, para entrar de lleno en la Porcuna actual, y proponer un
modelo, que si bien no es original, sí, por el contrario, está ausente,
para poder proteger desde los instrumentos de planeamiento urbanísticos
nuestro Patrimonio Cultural.
Para ello comenzamos por la forma del paisaje urbano de Porcuna,
que no es otra cosa que el resultado de la interacción de tres variables
que son: el plano, el uso del suelo y la edificación (CARTER; 1980).
Dentro del plano (en el espacio urbanizado) se presentan las
unidades morfogenéticas, que producen un efecto multiplicador de usos del
suelo que se corresponde con las actividades de la ciudad. Dichas unidades
activan variables que afectan al plano, porque son productoras de cambios
en la forma y la forma se puede apreciar en el plano. Los usos de suelo,
invisibles, forman unidades en la ciudad. En nuestro caso se confunde el
centro administrativo con el comercial, con el religioso, con el histórico
y con el "cultural". En lo que respecta a la edificación,
está íntimamente relacionada al uso del suelo, así como el uso del suelo a
las actividades que se cumplen en la ciudad. La edificación se presenta en
etapas, o sea, que estamos involucrando a una cuarta dimensión, el tiempo
(historia), pero hay que tener presente que la edificación se compone de
diversos tipos de usos que tendrán porcentajes de participación diferentes
de acuerdo con las actividades que cumple el núcleo urbano y la
importancia del mismo en la organización regional a lo largo de la
historia.
A nadie sorprenderá la afirmación de que la actual Porcuna es la
superposición de varias ciudades en distintas épocas históricas, ni
tampoco que la actual trama urbana responde al diseño "irregular"
de la ciudad medieval nacida al calor de las murallas del castillo, aunque
con anterioridad ya tuviésemos procesos urbanísticos desde el Cobre hasta
la Obulco romana en zonas limítrofes (ARTEAGA et Alii; 1990; 1991).
Importantes transformaciones se producen durante la Edad Moderna, cuando
la Orden de Calatrava pierde poder frente a la monarquía aristocrática o
centralista. Nuevas plazas, calles, edificios públicos de realengo, quizás
un nueva cerca de muralla, nuevos arrabales, así como la descongestión de
la villa, pueden ser sus tónicas dominantes. El cambio en el concepto de
propiedad produce nuevos añadidos posteriores, ensanches, apertura
de nuevos viales, pero con escasas modificaciones en el plano del casco
urbano, lo que nos llevará hasta después de la guerra civil. La
destrucción parcial del pueblo durante los combates llevará aparejado con
posterioridad un basto programa de reconstrucción por parte de Regiones
Devastadas en un intento de poner en práctica un entramado urbano
racional, con la construcción de viviendas para los afectos al régimen,
así como espacios públicos de carácter social o benéfico (colegios, casas
de socorro, plaza de abastos, reconstrucciones parciales, ...). No será
hasta la Ley del Suelo de 1956, que llegaría tarde a los pueblos, cuando
el estado franquista intente controlar el crecimiento urbano de la ciudad.
Leyes posteriores matizarán a la primera para generalizarse, ya en la
década de los 80, la necesidad de que los municipios cuenten con
planeamiento urbano. En esta década, 1988, nacen nuestras primeras normas
urbanísticas, bajo una de las fórmulas permitidas por entonces, las Normas
Subsidiarias de Planeamiento, a la vanguardia en aquellos años en su
redacción pero en la retaguardia por su escasa aplicación en los años
siguientes. En la década en la que estamos, según la nueva Ley de
Ordenación Urbanística Andalucía (Ley 7/2002), todos los municipios
deberán contar con un Plan General de Ordenación Urbanística, documento
que ahora elabora celosamente nuestro Ayuntamiento. En definitiva, lo que
tenemos es una ciudad histórica, superpuesta, tanto subyacente como
emergente, seña de identidad de un pueblo que vio pasar tantas y tan
distintas culturas.
La nueva Porcuna, construida durante los últimos 30 años y con visos de
continuación, responde a una sociedad dependiente en exceso del
monocultivo del olivar, con un tejido industrial débil y poco
diversificado, una población en franco retroceso, subsidiada y subsidiaria
y con muchas contradicciones en lo social y lo económico. Una sociedad
agraria en definitiva, que depende demasiado de las políticas del capital
diseñadas desde la Unión Europea, lo que nos convierten en una sociedad
frágil, vulnerable, pese a las pretensiones institucionales de verdad y
validez del sistema.
Esa escasa diversificación económica, en exceso dependiente de soluciones
rápidas y ventajosas económicamente hablando, ha generado vías de
enriquecimiento menos laboriosas que destripar de sol a sol el terruño.
Nos referimos, sin duda, al capital inmobiliario, no ya en inversiones en
"ladrillo", sino en la mera especulación del suelo, entendida esta
como "la apropiación privada de un valor de cambio que establece el
mercado" (GARCÍA y GONZÁLEZ; 1979, 130). Es decir, la cesión de un
uso, sancionado legalmente y que se valora según la relación de cambio
existente en el mercado. Su consecuencia no ha sido otra que la
concentración del capital y el cambio de uso y de propiedad del suelo. El
capital y el cambio de propiedad del suelo han transformado,
principalmente, durante los últimos años, la morfología urbana de Porcuna,
y consecuentemente ha destruido una buena porción de nuestro legado
cultural. Todo esto no como consecuencia de un proceso incontrolado, sino
como un proceso en el que intervienen actores cuyos nombres son bien
conocidos: propietarios de suelo, promotores, capital financiero, gobierno
local, usuarios, … La arquitectura racionalista practicada desde el
falso desarrollismo de los gobiernos democráticos, ha permitido la
optimización de los precios del suelo, permitiendo construir viviendas en
altura, suplantación de edificios históricos por moles de hormigón,
cambios sustanciales en los bajos de los edificios, ... así como, un
proceso de rururbanización, en un mimetismo claro con la ciudad, en toda
la franja periurbana del municipio. Este proceso se ha hecho sin
planificación alguna, salpicando todo el entorno urbano con construcciones
ilegales, que responden a la coyuntura del enriquecimiento
inmobiliario, unido a la capitalización del agro y la generación en exceso
de medios de producción, para una tierra basada en la parcelación y en el
minifundio. Y es que la aplicación de estos principios exige la existencia
de un poder político organizado y permisivo. "Entre sus fines figura la
organización y funcionamiento de la ciudad. Poder que termina por asumir
la competencia de organizar la producción material del espacio –
mediante las figuras de planeamiento – y la gestión del espacio
producido, es decir, fijar por ejemplo, dónde se puede construir y qué es
lo que se puede construir. Esta es una función de cuyo ejercicio se
apropia la clase dominante local, a través de sus representantes, para
garantizar el desarrollo de sus estrategias" (GARCÍA y GONZÁLEZ; 1979,
132-133). La apropiación privada de los valores creados por la
colectividad son principios básicos y fundamentales para entender el
crecimiento de Porcuna. Esta apropiación privada del beneficio tiene en el
espacio una doble significación: por una parte existe la privatización del
valor (añadido) que la colectividad crea, con su esfuerzo; y por otra
puede existir una apropiación privada, en este caso de plusvalor,
que aparece cuando se urbaniza el terreno y se construyen los elementos
urbanos (viviendas).
Una ciudad en definitiva que ha crecido de forma irregular durante los
últimos años; que se ha visto limitada en su crecimiento por barreras
orográficas infranqueables y que se ha expandido al capricho de los
intereses privados.
Los efectos del crecimiento o de la sustitución de inmuebles por otros
"más modernos" se ha dejado sentir con toda su fuerza en el
Patrimonio Cultural de Porcuna. Un patrimonio, que si bien ya estaba
tocado desde la guerra civil, pasando por la venta indiscriminada de
patrimonio de la iglesia durante el franquismo, ha visto en los últimos
años como la presión urbanística ha ido vaciando el centro histórico y
como sus edificios más señeros han ido desapareciendo bajo las fauces de
las retroexcavadoras y el martillo compresor.
En el lado opuesto, y paralelo a este proceso, treinta años de arqueología
e investigación histórica han puesto sobre la mesa el proceso histórico de
Porcuna, que si bien no es distinto al de otras zonas, llama su atención
por la continuidad y superposición de sus asentamientos. Hoy conocemos
mucho de lo que fue Porcuna en la Prehistoria o en la Antigüedad. Poco a
poco vamos solventando dudas sobre la Porcuna medieval y moderna, y como
no, contemporánea.
Una vez dicho esto, y aprovechando que se está redactando el nuevo Plan
General de Ordenación Urbanística de Porcuna, la pregunta sería la
siguiente, ¿qué papel jugará el patrimonio histórico o cultural en el
nuevo Plan (PGOU)?. ¿Qué técnica urbanística preverá para la protección,
renovación, reforma y mejora urbana, no sólo de nuestro centro histórico,
sino de sus márgenes?. ¿Qué políticas se tendrán en cuenta para la
ordenación del resto del territorio, donde innumerables yacimientos
arqueológicos lo salpican ?. En definitiva, ¿ qué modelo de ciudad
deseamos?.
Desde nuestro compromiso social y practicante, creemos que el Plan General
de Ordenación Urbanística para Porcuna debe establecer la ordenación
urbana en la totalidad del término municipal y organizar la gestión de su
ejecución, de acuerdo a las características históricas (de trama urbana)
de nuestro municipio y los procesos de ocupación (histórica) y utilización
del suelo actuales y previsibles a medio plazo. Debe, por ende, prestar la
atención suficiente a la población que vive en él, a su dinámica de
crecimiento, a la relevancia de sus actividades y recursos históricos, a
sus relaciones con ámbitos territoriales supramunicipales (comarcalización),
y a los singulares valores con que pueden contar desde el punto de vista
de su patrimonio histórico, urbanístico, arquitectónico, cultural, natural
o paisajístico.
La Ley andaluza de Patrimonio Histórico, al igual que la estatal, ya
vieron con vehemencia la necesidad de coordinación entre la normativa
urbanística y la de patrimonio histórico. Es por ello, en este
reforzamiento mutuo de legislaciones, donde mediante el planeamiento
urbanístico, como instrumento de planificación, podrá objetivarse los
parámetros de actuación sobre el patrimonio inmueble y fijarse el marco
para la intervención sobre los bienes inmuebles.
En este sentido, hoy por hoy, se dan dos condiciones objetivas y coetáneas
en Porcuna. Por un lado, la redacción de un Plan General de Ordenación
Urbanística; y por otro, la redacción de la Carta Arqueológica Municipal,
heredera de 30 años de investigación histórica. Dos documentos, que lejos
de oponerse y ser antagónicos, deben de complementarse y plasmarse con
claridad en el planeamiento urbanístico. Es por ello, que el planeamiento
urbanístico con contenido de protección deba girar en torno a dos
principios: el principio de jerarquía en el planeamiento (la relación
piramidal de planes) y del beneficio comunitario en el esfuerzo
planificador, pues se entiende que la producción urbana de suelo sólo
adquiere rentabilidad desde el dinamismo de la base comunitaria
(BENAVIDES, 1996; 90-91).
La mutua dependencia entre la Ley del Suelo, o lo que es lo mismo, la
utilización de un instrumento de planeamiento como es el Plan General de
Ordenación Urbana, y las dos leyes, estatal y autonómica, de Patrimonio
Histórico, se expresa y aplica a través de los Planes Especiales. Aunque
la LPHA nos da la posibilidad de desarrollar varios instrumentos
urbanísticos, el PGOU y el PE por su tradicional empleo en este ámbito,
por su especial virtualidad en la consecución de los objetivos propuestos,
justifican en sí su utilización (BARRERO; 1993, 84 y ss).
1.- Un punto de partida: problemática e instrumentos
urbanísticos para la intervención de los Centros Históricos.
La expresión Centro Histórico nos permite incluir no sólo los
Conjuntos Históricos, para los que se exige un reconocimiento legal a
través de la legislación de Patrimonio Histórico[1],
sino otros, que cumpliendo los mismos requisitos o sin tener, incluso, el
valor patrimonial que los primeros, contienen en su interior inmuebles,
espacios o conjuntos urbanos que deben ser objeto de protección, pero que
por diversos avatares, bien urbanísticos, bien de planeamiento o bien de
administración de Cultura, caso de Porcuna, no se le ha prestado la
suficiente atención.
Los Centros Históricos en general, y en particular el de Porcuna, están
sometidos a una problemática compleja, destacando entre otros los
siguientes inconvenientes (DOMÍNGUEZ; 2003):
q
La edificación residencial: su deterioro, habitabilidad, la
edificación disonante, la rehabilitación, ...
q
Los equipamientos: insuficiencias, urbanizaciones ilegales, ...
q
Las infraestructuras: el viario (accesibilidad, inadecuación, los
aparcamientos), saneamientos, agua, ...
q
El espacio público: estado físico, la intoxicación visual
(anuncios, cableado, mobiliario, ...) diseño y materiales, ...
q
La problemática de los bordes: la continuidad con las nuevas
tramas, las visuales exteriores, los bordes degradados, continuas
reclasificaciones de suelo rústico, especulación inmobiliaria, ...
q
El factor de escala: municipios pequeños, como el de Porcuna, con
un crecimiento negativo de población, ...
q
Factores patrimoniales: ausencia de delimitación de los
"entornos" de los Bienes de Interés Cultural (BIC); problemática del
castillo (encabalgamiento de viviendas, intervenciones en los restos de
muralla, dicotomía propiedad pública y privada, intervenciones en la
restauración y conservación sin criterios científicos, ...);
focalización de la presión urbanística en zonas particularmente
sensibles (Carrera de Jesús, Plaza de Andalucía, ...); abandono
poblacional y deterioro consecuente del Casco Histórico; "fachadismo";
apertura de nuevos viales en zonas arqueológicas; inoperancia en materia
de protección del Catálogo de NN.SS. con pérdidas cuantiosas e
irrecuperables; intervensionismo de otras administraciones no
culturales en materia de patrimonio, con la consecuente pérdida del
mismo; escasa concienciación de la administración local; falta de un
diagnóstico claro de zonificaciones y elementos de interés; ...
2.- La necesidad de un Plan Especial de Protección y/o Reforma Interior
para el Centro Histórico de Porcuna.
Los instrumentos de planeamiento con los que contamos para
ordenar el Centro Histórico, así como su territorio, como ya hemos
mencionado reiteradamente, son:
a)
El Planeamiento General: los Planes Generales de Ordenación
Urbanística.
b) El Planeamiento
de Desarrollo: los Planes Especiales.
c) Los Catálogos
urbanísticos, como documento complementario al planeamiento general o
a los planes generales.
Puesto que Porcuna no cuenta con un Conjunto Histórico declarado según
las disposiciones vigentes en materia de legislación de Patrimonio
Histórico, sólo nos cabe proteger su Centro Histórico, hasta que dicha
declaración con la tipología de Bien de Interés Cultural sea un hecho,
mediante el Planeamiento General desarrollado en la Ley 7/2002 de
Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA). En este sentido, y
aprovechando la actual revisión de NN.SS. o redacción ex novo de un
Plan General de Ordenación Urbanística para Porcuna, el instrumento de
desarrollo más apto para evitar los actuales problemas que sufre el centro
histórico, tanto en su vertiente de inmuebles emergentes como subyacentes,
es el Plan Especial con contenido de protección. Ahora bien, con el
alcance, contenido y objetivos que dispone el art. 20 y ss de la Ley
16/1985 de Patrimonio Histórico Español, así como con las exigencias del
art. 32 y ss de la Ley 1/1991 de Patrimonio Histórico de Andalucía, con el
fin de evitar duplicidad de expedientes, tramitación administrativa y
facilitar la declaración de Conjunto Histórico para Porcuna, con lo que
ello supone en materia de bienes catalogados, declarados o incoados,
delimitación de "entornos", ... El objeto no es otro que dotar de
contenido de protección a nuestro centro histórico, sin tener, por el
momento, de manera preventiva, que echar mano de la legislación de
patrimonio histórico para ordenarlo (BECERRA, 2000; 113-116).
En este sentido, el art. 14 de la LOUA establece las clases de Planes
Especiales en relación con la figura de planeamiento que permite su
desarrollo. De esta clasificación, serían aplicables sobre centros
históricos los siguientes:
q
Los destinados a establecer, desarrollar, definir y, en su caso,
ejecutar o proteger infraestructuras, servicios, dotaciones o
equipamientos.
q
Para la conservación, protección y mejora del patrimonio portador
o expresivo de valores urbanísticos, arquitectónicos, históricos o
culturales.
q
Establecimiento de ordenación detallada de las áreas urbanas
sujetas a las actuaciones integradas de reforma interior.
q
Destinar terrenos o construcciones para la construcción de
viviendas sujetas a regímenes de protección pública.
En definitiva, el objetivo principal del planeamiento, debe ser, casi
al mismo nivel que la protección del Patrimonio Histórico, la
revitalización del Centro Histórico, con el fin de que se conserven y
potencien sus actividades tradicionales, logrando una fijación, e incluso
una recuperación de la población que vive dentro, mediante políticas de
rehabilitación o nueva construcción de viviendas a precios asequibles
(acogidas a algún régimen de protección), con el reequipamiento de ciertas
dotaciones hoy inexistentes, y la mejora generalizada de las condiciones
medioambientales del espacio público (calles y plazas), resolviendo los
abundantes conflictos entre peatones y vehículos a motor, en beneficio de
los primeros (FERNÁNDEZ y LEBOREIRO, 1994; 115)
Finalmente, diremos que tenemos una propuesta sobre la mesa, que se debe
actuar desde la multidisciplinariedad, por que si no tendría cada vez
menos sentido tratar las cuestiones de patrimonio cultural y sociales de
manera independiente, tanto en el plano político cuanto en el
reivindicativo. No podemos aceptar, o estaremos corriendo el riesgo de
contradicciones explosivas, de desenvolver dos conjuntos paralelos de
medidas, uno para responder a las necesidades sociales y otro para
responder a los daños sobre el patrimonio histórico. El objetivo actual es
combinar estas dos exigencias solidarias en un mismo programa de acción
que sea, de hecho, coherente.
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Para Herrera Vilumbrares (1995; 25),
“una de las circunstancias que afectan de modo más crucial a nuestro
patrimonio tiene que ver con el positivismo jurídico, y es el hecho de que
en virtud de las propias determinaciones legales un bien sólo puede ser
tenido a todo los efectos como integrante de aquél cuando se le ha
reconocido formalmente el carácter de bien de interés cultural. De aquí se
desprende que todo lo que no goza de dicha consideración queda en la
práctica relegado a su suerte”. (volver)
Bibliografía.
ü ARTEAGA, Oswaldo, RAMOS
MUÑOZ, José y ROOS, Anna-María (1990): "Acerca del trazado urbano y
ordenación catastral del territorio de la "civitas" obulconense (Porcuna,
Jaén). Campaña de 1989", en Anuario Arqueológico de Andalucía II.
Sevilla, pp. 225-229.
ü ARTEAGA, Oswaldo, RAMOS
MUÑOZ, José , ROOS, Anna-María y NOCETE CALVO, Francisco (1991):
"Balance a medio plazo del "Proyecto Porcuna". Campaña de 1991", en
Anuario de Arqueológico de Andalucía. Actividades sistemáticas. Sevilla,
pp 295-301.
ü BARRERO RODRÍGUEZ,
Concepción (1993): "Los conjuntos históricos y el planeamiento de
protección. Especial referencia a la Comunidad Autónoma de Andalucía",
en Revista Andaluza de Administración Pública, nº 16. Sevilla, pp. 13-78.
ü BATE, Luis Felipe (1998): El
proceso de investigación en arqueología. Crítica. Barcelona.
ü BECERRA GARCÍA, Juan Manuel
(2000): " El planeamiento como instrumento para la protección de los
conjuntos históricos", en Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio
Histórico, nº 30. Sevilla, pp. 113-116.
ü BENAVIDES SOLÍS, Jorge
(1996) : "Expedientes de catalogación , entornos y planeamiento
urbanístico", en Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio
Histórico, año IV, nº 16. Sevilla, pp. 90-96.
ü CARTER, Harold (1980): El
estudio de la geografía urbana. Madrid. Ed. IEAL
ü DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ, José
Ramón (2003): " La ordenación del territorio", en Curso "Patrimonio
arqueológico y ordenación del territorio". C.D.L de Granada. Sección
de Arqueología. Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Granada.
(inédito)
ü FERNÁNDEZ SERDÁN, Juan
Manuel y LEBOREIRO AMARO, María A. (1994): "La protección del
patrimonio histórico en los planes y normas de desarrollo municipal",
en Patrimonio y Ciudad. Reflexión sobre los Centros Históricos. Cuadernos
V. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura. Córdoba.
ü GARCÍA BELLIDO, Javier y
GONZÁLEZ TAMARIT, Luis (1979): Para comprender la ciudad. Claves sobre los
procesos de producción del espacio. Nuestra Cultura. Madrid.
ü HERRERA VILUMBRARES, José
(1995): "Décimo aniversario de la Ley de Patrimonio Histórico Español
II", en Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, nº 13.
Sevilla, pp. 90-96.
Porcuna, Julio de 2004 |
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