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HISTORIA
Edad Contemporánea
Este vitalismo en los albores de la contemporaneidad no se redujo sólo al comportamiento demográfico. En este sentido, apuntar tan sólo a modo de ejemplo, la
participación de Porcuna en el escenario general de la guerra de la Independencia y, más concretamente, en el de la batalla de Bailén. No se olvide que fue precisamente en Porcuna donde se
reunieron,
en julio de 1808, las vanguardias de las tropas venidas de Granada y Sevilla,
"constituyéndose ya definitivamente el Ejército de Andalucía al mando
del
general Castaños, protagonista indiscutible de los hechos acaecidos posteriormente en Bailén".
El 11 de julio, en la casa situada en el número 4 de la calle de Bailén, el general Castaños
junto con
Reding, Peña, Coupigni, Jones, Cruz, Venegas y Valdecañas se reunieron en Consejo
de Guerra para preparar la decisiva batalla.
Si importantes fueron las figuras de Castaños y Reding, no menos importante fue
la figura de María Bellido, símbolo de la
resistencia popular, ignorada casi por completo por la historia en esta crucial
batalla. Nuestra heroína, que nació en Porcuna el día 28 de
enero de 1755, hija legítima del matrimonio contraído por Francisco Elías Bellido y
Catalina Vallejo ambos también vecinos de nuestro pueblo.
Porcuna participaba activamente, pues, en el marco de las primeras luchas del liberalismo español, y lo hacía en el bando representado por las Cortes gaditanas y en defensa de los derechos dinásticos de Fernando VII. En 1814, la guerra de Independencia finaliza con la expulsión de las tropas francesas y el retorno de Femando VII. En la villa de Porcuna dicho retomo representó, como en otros tantos lugares del reino, la vuelta del absolutismo, de la alianza entre el trono y el altar y, en consecuencia, la persecución y represión de todos aquellos que, de una forma u otra, se habían distinguido en los años anteriores en defensa de los principios liberales doceañistas.
Represión y persecución, que dio paso, con la llegada de Isabel II al trono y tras la primera guerra Carlista, a una larga etapa de estabilidad institucional a mediados del siglo XIX. En estas décadas Porcuna seguía creciendo: los poco mas de 5.000 habitantes de la década de los 40 se transformaron en cerca de 8.000 en los años 60, alcanzándose una década después, esto es en los 70, el listón de los 9.000 habitantes. Crecimiento demográfico que se acompañó también de un proceso de expansión agraria, centrada en la localidad en la extensión de cultivos tradicionales como el cereal y, en menor medida el olivar. De otra parte, desde el punto de
vista institucional todo ello se acompañó de la consolidación de las instituciones locales de corte liberal-oligárquico. La definición del caciquismo y vinculación del poder político local a las
oligarquías agrarias locales fue un rasgo que cobró parte de su fisonomía en el reinado isabelino. No obstante, y siendo esto cierto, fue durante la Restauración (1875-1923) cuando este se visualizó con toda su crudeza. En este sentido, apuntar cómo en la localidad la farsa política del
turnismo canovista se ejemplificaba sistemáticamente en la alternancia que acaecía entre Luis Aguilera y Coca y Ricardo Dacosta Ortega, jefes políticos en Porcuna del Partido Liberal y del Partido
Conservador respectivamente. En la época de la Restauración, Porcuna representaba un claro ejemplo de docilidad política y de connivencia entre ejercicio del poder e intereses agrarios. No olvidemos, en este orden de cosas, cómo el 10 de noviembre de 1925 se nombraba a Yanguas Messía, directo colaborador del dictador Primo de Rivera, hijo adoptivo de Porcuna a propuesta o con motivo del apoyo prestado por aquel a los intereses olivareros de la zona.
El revuelto siglo XX.- La docilidad política en modo alguno significaba estabilidad, especialmente en la
esfera social y laboral. En efecto, el fiel reflejo del turnismo político tuvo que convivir en la localidad con el incremento de las
tensiones sociales, fundamentalmente a partir de principios del siglo XX. Ejemplos como los de 1906
-donde el paro y el hambre obligan a la emigración- o los de 1926 y 1927
-con paros sucesivos de trabajadores del campo-, jalonaron todo el primer tercio del siglo
XX.
En modo alguno debe extrañar, pues, que en la temprana fecha de 1903 Porcuna ya cuente con una agrupación socialista (PSOE) y otra de agricultores afiliados a la UGT. A estas se le unirán en 1905 una de
albañiles, en 1911 las juventudes Socialistas, en 1916 una agrupación de la CNT,... organizaciones socialistas y anarquistas a las que se les agregará, ya en 1933, la presencia institucional en la localidad del PCE.
Lopera, Porcuna y Arjona fueron las localidades de la provincia de Jaén que protagonizaron
en el año 1919 la lucha campesina contra el caciquismo, totalmente implantado
en esa época hasta el punto de que se produjo un vacío de poder público. Los
caciques, fenómeno que sobre todo y de manera muy peculiar se produjo en
Andalucía, sustituyeron a los alcaldes y concejales, crearon sus propios grupos
de acción para mantener el orden y ejercieron un papel directo de represión de
los trabajadores.
En aquella época, por la recogida de
aceitunas de sol a sol se pagaba 4,75 pesetas (mujeres y niños, la mitad); los
cortadores de olivas podían conseguir 4 pesetas; los obreros fijos de cortijos,
2,75 y por cavar o escardar durante todo el día, 3,75 pesetas. Con estos
salarios los precios de los productos más elementales como el pan, el azúcar,
los huevos o las patatas experimentaron una subida de un 200% por lo que la
situación empeoró aún mas.
Las fuerzas de oposición se reforzaron, en mayor medida el partido socialista y
UGT. También despuntó el regionalismo en toda la provincia y comenzaron las
huelgas y las manifestaciones. El noventa por ciento de estas medidas
reivindicativas se realizaron en el mundo rural y de forma especial en el
triángulo Porcuna - Arjona - Lopera. La situación se crispó en esta zona de
la provincia entre los agricultores y las fuerzas que enviaban los caciques
hasta el punto de registrarse enfrentamientos violentos en Lopera y en Porcuna
con la muerte de una niña herida por una bala, 18 trabajadores heridos y más
de cien presos. Los caciques no esperaron más y clausuraron las casas del
pueblo (existía una en Lopera) y los periódicos, se realizaron intervenciones
de la Guardia Civil, detenciones, destierros, apaleamientos, así como distintas
actuaciones de matones, compra de votos, falsificaciones de actas, entre otras
muchas medidas. El socialista baezano Manuel Acero (este partido tenía una
sólida estabilidad en Andalucía, pero sobre todo en la provincia de Jaén)
aseguró: "... estos hombres que creen que pueden seguir las cosas como
hasta aquí; los elementos reaccionarios y preconizadores de la fuerza, no
quieren darse cuenta exacta de los momentos por los que atravesamos, y creen que
el único remedio está en las bocas de fuego".
A lo largo de tres años continuó la lucha, pero el cansancio
llegó y también la desilusión ante la imposibilidad de vencer al caciquismo,
al menos en un corto plazo de tiempo. En el año 1921 la abstención alcanzó el
setenta por ciento del electorado andaluz. Un síntoma peligroso que se traduce
en una sociedad apática, cansada y desengañada. Esta situación sirvió a
Primo de Rivera para realizar un nuevo golpe militar "en nombre del
desengaño de los españoles de toda política". No tuvo casi oposición y
en la provincia de Jaén la llegada de la dictadura fue recibida con distintas
posturas, dentro siempre de un pasivo acatamiento o de muestras de euforia.
Con este estado de cosas, en nada debe extrañar lo que acontece en Porcuna en los años treinta del siglo XX: la desarticulación de la vieja política caciquil, el triunfo político de republicanos y socialistas en el marco de la II Republica, la radicalización de las posturas y de los enfrentamientos y la escalada de la tensión social en la localidad. Huelgas y manifestaciones se registraron en junio, septiembre y diciembre de 1933 así como
en junio de 1934. El paro agrícola y el cumplimiento de las bases de trabajo estaban en unas reivindicaciones que venían a cuestionar, de hecho, el orden rural existente.
El espectro del enfrentamiento civil se hizo visible desde finales de 1935, materializándose, como es conocido de todos, unos meses después, en 1936, y que en Porcuna se vivió de forma intensa, especialmente en los años
1936 y 1937, al quedar de nuevo situada en el entorno de la delimitación entre republicanos y
franquistas en la línea de Córdoba así como por el propio hecho de
la batalla de Lopera, en diciembre de 1936.
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