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MI FALSA AMIGA

Hoy que han pasado los años, me siento con fuerza y valor de contar la historia que he vivido, y en la que he defraudado incluso herido a mucha gente que me quería y confiaba en mí.

Tenía una familia maravillosa, unos padres estupendos y dos hermanos muy buenos. Estábamos muy unidos. Me consentían en todo, nunca me faltó nada, porque gracias a Dios económicamente estábamos bien en casa.

Éramos una familia  normal. Mis padres trabajaban, mis hermanos iban al colegio y yo iba a la universidad. No tenía muy claro la carrera que quería estudiar porque me gustaban varias, pero sí tenía claro que me tenía que preparar si quería tener mi propia independencia y trabajar. Aunque era joven me sentía responsable.

Mi vida transcurría como la de cualquier joven, llevando bien mis estudios y disfrutando de la vida.

A veces el tenerlo todo no es bueno tampoco, porque cuando llegan ciertos momentos no lo valoras y te crees con derecho, le pides a la gente más de lo que pueden dar.

Un día mis amigos me comentaron que nos habían invitado a una fiesta de estas que hacen en verano. ¿Por qué no vamos me dijeron? La verdad me gustó la idea. Se lo comenté a mis padres y no se negaron a que fuera. Solo me dijeron que fuera con mucho cuidado, no hiciera locuras y no me metiera en ningún problema. Les dije que no se preocuparan que yo me sabía cuidar. Qué poco nos conocemos a nosotros mismos y cómo sin darnos cuenta caemos en la trampa que la vida nos pone, y las malas pasadas que nos juega. Nosotros que creemos que nos comemos el mundo y es el mundo el que nos come a nosotros. 

Llego el día de la fiesta y la verdad estaba ilusionada. Había buen ambiente y mucha gente. Todo iba muy bien, me lo estaba pasando genial.

Ya entrada la noche, unos conocidos me presentaron una amiga. Al principio no me agradó la idea de conocerla, pero acepté su amistad. Pensé que tampoco pasa nada por conocerla.  Si no me gusta, no pasa nada, cada una por su camino. La noche siguió, ya extraña, pero siguió. Esa fiesta marcó algo en mí y mi nueva amiga también. Pasaron unas semanas y tenía ganas de volver a ver a mi nueva amiga. Le pregunte a mis amigos, qué cuando había otra fiesta. Nos pusimos de acuerdo y organizamos otra.

Así fui poco a poco haciéndome inseparable de mi nueva y gran amiga. Era tanto lo que dependía de ella que no podía pasar sin ella. Empecé a faltar en la universidad, en mi casa era la menos de cariñosa, no ayudaba a nada. Contestaba a mis padres. E incluso a mis hermanos los trataba mal. Yo no quería nada más que me dieran dinero para irme de juerga con mi nueva amiga.

Mis padres, al ver el cambio de actitud se empezaron a preocupar. Me preguntaban qué me pasaba. (Si tenía algún problema, que se lo dijera que ellos me ayudarían). Pero yo me negaba. Les decía que eran ellos los que tenían el problema, que me dejaran tranquila, que yo sabía lo que hacía. Comencé a pedirles más dinero y empezaron a negármelo. Cuando me lo daban me salía de casa y no volvía en varios días. Sólo quería estar con mi nueva amiga. Era la única que me comprendía y me ayudaba a olvidarlo todo, me hacía sonreír. Eso era lo que yo pensaba en esos momentos.

Como no me daban suficiente dinero, se lo quitaba sin que se dieran cuenta, o eso pensaba yo que no se daban cuenta. Y era yo la que no me daba cuenta de lo que me estaba pasando. Hasta que punto de dependía de mi amiga inseparable.

Un día mis padres me pidieron que me quedara con mis hermanos, porque ellos iban a salir con unos amigos. Les dije que se fueran tranquilos que yo cuidaría de ellos y no se preocuparan de nada que todo estaría bien.

Pero que lejos estábamos todos de la tragedia que iba a suceder, y a la vez, bendita la hora en que sucedió. Mis padres se fueron a su fiesta y yo me quedé al cuidado de mis hermanos. Todo iba bien, ellos estaban en su habitación jugando y yo en el salón viendo la televisión. Pero me empecé a poner un poco nerviosa y es que necesitaba la compañía de mi amiga. Fui a buscarla, y siempre procuraba esconderla en casa para tenerla cerca. Como habéis adivinado mi inseparable amiga era la DROGA.

Empecé a tomar pensando, “como estoy sola nadie se va a dar cuenta”, y llegué a un punto que no me acordaba que estaban mis hermanos.

Pero de repente y como si estuviera en otro mundo sentí un golpe muy grande.  Creí ver a uno de mis hermanos que se había caído por las escaleras. Estaba en el suelo lleno de sangre y el otro me llamaba para que fuera ayudarles. Yo era incapaz de moverme, no podía hacer nada, estaba demasiado drogada. Intentaba levantarme pero no tenía fuerzas. Era como si todo se moviera y estuviera soñando. Yo no podía hacer nada.  Mis hermanos no paraban de llorar, porque cada vez había más sangre. Me llamaban y yo no acudía ayudarlos. Ellos no entendía lo que me pasaba, simplemente me veían que no los socorría.

Suerte que en esos momentos llegaron mis padres y al ver la situación en la que estábamos corrieron a llamar al servicio de salud de urgencias. No entendía muy bien lo que pasaba, pero había que actuar rápidamente, ya que mi hermano había perdido demasiada sangre. Después hablaremos contigo, me dijeron.

Cuando llegaron los servicios de salud, no solo atendieron a mi hermano a mí también. Ellos se dieron fácilmente cuenta, con verme, que algo grave me ocurría. Fueron unas horas largas y desesperantes para mis padres. Los médicos le dijeron que lo de mi hermano no era grave, que se había fracturado un brazo y una pequeña herida en la cabeza. Nada grave solo que la sangre era muy escandalosa, pero que no se preocuparan, que se preocuparan mas de mí.  Yo si tenía un gran problema. Fue entonces cuando se enteraron de mi adicción que tenía a las DROGAS.

Cuando pudieron hablar conmigo, me contaron lo que les había dicho el médico y todo lo que había sucedido con mi hermano. Yo no daba crédito a lo que me contaban, porque pensaba en la tragedia que podía haber sucedido, si en esos momentos no hubieran llegado mis padres. Jamás me hubiera perdonado si le hubiese pasado algo más grave a mi hermano.

De mis ojos empezaron a caer las lágrimas y les conté todo a mis padres. Ante todo les pedí perdón y les supliqué que me ayudaran a salir de ese pozo. No quería estar más con esa AMIGA y ellos así lo hicieron.

A día de hoy han pasado muchos años y mi vida es muy distinta. Me recuperé totalmente, volví a estudiar y formé mi propio hogar. Lo que un día podía haber sido una gran tragedia doy gracias a DIOS por que sucediera aquello para poder salir del túnel tan negro en el que estaba metida y poder decir que:

ESA AMIGA NO VALE LA PENA TENERLA. Y SI ALGUNA VEZ NOS LA PRESENTAN SEAMOS VALIENTES DE DECIR NO QUIERO TU AMISTAD.  LO DIGO POR EL DAÑO QUE ME HIZO MI FALSA AMIGA.
 

Autora: Manoli Salas Toribio.

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Actualizada el martes, 21 de marzo de 2017